viernes, 18 de marzo de 2011



Tengo un animal curioso mitad gatito,
mitad cordero. Es una herencia de mi padre.
En mi poder se ha desarrollado del todo;
antes era más cordero que gato.
Ahora es mitad y mitad.
Franz Kafka/ El híbrido.


***
Al gato negro le gusta meterse en las bibliotecas por la noche, se coloca en los estantes de libros, con ligeros garrazos tumba dos o tres libros. Hace unos días leyó toda la sección de Artes y Humanidades, pero hoy el gato encontró algo mejor que hacer. Descubrió que leyendo sin pauta y respirando profundo, podía ingresar a otras realidades, moverse en el espacio y tiempo, también éste gato fanfarrón aprendió que puede hablar con la mente, que en el mundo de los libros sus limitaciones corporales no son nada.
Leyendo un libro de Lewis Carroll intentó evaporarse y lo logró en su realidad.
El gato estaba feliz, su nueva condición le incitaba a volver todas las noches a la biblioteca, al cabo de unas semanas se olvidó de la tierra, de su realidad.
Durante el día, fuera de la biblioteca, el gato la pasaba tumbado en la acera con la panza hacia arriba, los otros gatos lo invitaban a buscar comida en la basura pero el gato les dijo que ayunar agilizaba la mente y el intelecto. Todos lo juzgaban loco, pero lo dejaban ser.
Un día andaba recorriendo los confines de Tracia, otro por ahí en la selva maya, el gato se había vuelto un singular lector. A veces discutía con varios ratones de bibliotecas sobre ese estúpido estereotipo del gato y el ratón, otros se ponía a perserguirlos (a los ratones) bromeando. [...]

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