lunes, 17 de enero de 2011

Sueños...

Caminaba por la avenida del River Valley junto a Fletcher, pequeño y escurridizo. Fletcher desapareció al instante, yo ya lo había previsto. Fletcher siempre está desapareciéndose y volviendo a aparecer cuando uno menos se lo espera. De pronto, en una camioneta bajaron mis padres. Iban al Walt-Mart. Los saludé como si no me sorprendiera que estuvieran allí. Me dijeron que vinieron de compras nomás un ratito y ya se iban. ¿Se iban? ¿Pero si acaban de llegar?
Se fueron.
Fletcher, el enano escurridizo y mala leche que tengo por roomate, volvió a aparecer como un ánima. Le dije que había llegado la hora de regresar. Me dijo: Ya, pe. Mo, pe.
Mientras volvíamos, mi razón –que es la excusa que siempre doy cuando me preguntan por qué soy tan mal escritor– me obligó a comprender que estaba metido en un sueño, que mis padres no estaban viviendo en Columbus sino en Lima. Y que mamá seguramente estaría llorando por mí, y papá remordiéndose por no poder ayudarme. (Cositas de la clase media baja, tener dinero para enviar a sus hijos fuera del país, pero no poder aspirar a visitarlos.)
Desperté. Comprobé, con pena, mucha pena, que estaba durmiendo con Albert. Volví a acostarme. Esta vez soñé que me habían asaltado por la carretera rumbo a la ciudad de Lancaster. Como yo vivo fuera de la ciudad, donde se acaban las veredas y empieza la carretera, estaba obligado a caminar por un costado, temiendo, como siempre, que algún auto o camioneta me arroye o que algún xenófobo me vaya a meter un tiro en la cabeza, de pasadita. Pero nunca tengo miedo de ser asaltado. Sin embargo, percibí, como los héroes de los comics –que se leen mucho aquí–, el peligro que me rodeaba. Un joven me jaló de la casaca hasta romperla y me tiró a un costado para que ruede por el acantilado que está cerca de la carretera. Caí pero no rodé, me agarré fuertemente de los pastos secos que no fueron sepultados por la nieve. Reconocí al tipo que me violentaba, era Michael, el supervisor drogadicto de la fábrica donde trabajo. Michael parecía no reconocerme y quizás fuera mejor que siga sin hacerlo, pensé que si se daba cuenta quien soy me iba a asesinar para acallarme y no volver a la cárcel. Pero esta vez no iba a dejar que me roben así nomás. Fue sorprendente el valor –o la estupidez que, en estos casos, es lo mismo– con el que me decidí enfrentar al ex convicto de Michael. No me iba a dejar robar, llevaba doscientos dólares y era todo lo que me alumbraba. Era poco dinero pero lo único que yo tenía e iba a defenderlo hasta el final. Nos peleamos. Me pegó porque yo no sé pelear, pero le alcancé algunas patadas. En el fragor de las trompadas me reconoció y abrió los ojos entre sorprendido y asustado. “Weigther”, susurró, así me llaman en el trabajo. No respondí. Michael, todavía presa del asombro no midió mi derechazo que le acerté en el pómulo izquierdo. Lo tumbé, pero era demasiado tarde para mí, Michael había desenganchado su cuchillo de la correa. Tal vez, en ese momento, debí darle el dinero e hincarme de rodillas por su misericordia, pero no lo hice. Era mi dinero, carajo, y no me lo iban a quitar, menos un apestado americano. Me apuñaló.
Desperté. Sudaba. Conté mi sueño.
- Por fin me voy de este lugar –les comenté a mis roomates–, nos han traído al fin del mundo. Si me van a apuñalar que sea en Lima y un choro de Callao.

www.anthonyyl.blogspot.com

4 comentarios:

La pasamos bien/Nos portamos mal dijo...

LA comunidad es jovenes escritores y si bien me considero qeu soy buena escrbiendo, no lo demuestro en mi blog y por lo tanto no es que no estaria al alcanze sino que siento que como no lo demuestro pensarian otra cosa..Porque las mejores cosas que escribi en el blog no estan (quizas sea hora de hacerlas publicas.. aqneu siempre tube miedo de que me las roben porque yo creo que son buenas de vcerdad)

Mejor me callo, no hablo mas y te mando bn beso muy grande

Johanna dijo...

me encanta este blog, es muy lindo.
besos :)

Unknown dijo...

En verdad me encanta como escribes, Es casi como...no lo se, pero me hace sentir tantas cosas, tu manera de narrar es fascinante
Me gusta mucho, sigue asi!

Anthony Yupanqui dijo...

Gracias... he tenido ganas de llorar al leer sus comentarios (o será el fondo musical de laptop... :D).
Agradezco a Dios por el regalo de la escritura.
Un abrazo a ustedes que me acompañan. Si pueden, síganme o escríbanme para poder estar en contacto con ustedes. Un abrazo. Ya regreso a mi país y tendré más tiempo.